martes, 3 de enero de 2012

EL DESPERTADOR



El despertador...

Todas las mañanas, totalmente estudiada su sincronización, mis dos despertadores hacen su trabajo.

El primero empieza a sonar a las 6.15. Este es mi despertador favorito. Uno a pilas, de los de tic-tac, tic-tac... hay gente que odia ese sonido. A mí me gusta. Por lo menos se oye algo en la habitación. 

6:20 y vuelve a sonar... "pi-pi-pi-pi-pi-pi". Es un poco insistente, pero sé que lo hace por mi bien. Es como si dijera: "Nena, ni se te ocurra quedarte dormida... No puedes perder ese trabajo". Le vuelvo a decir con voz somnolienta. Solo 5 minutos más.

La tercera vez es la definitiva. Lo apago. Solo faltan 2 minutos para que suene el otro. El otro no me gusta. No sé ni por qué lo he puesto. Es electrónico y da mucha luz. No me gusta la luz. Me recuerda que al otro lado de la cama no hay nadie. Este tiene dos opciones: o escuchar una radio que no sintoniza (cosa bastante desagradable) o una alarma tipo sonar que como te pille dormida te despiertas en un santiamén, pero eso sí, infartada.

La verdad es que me gusta tan poco ese despertador... No sé porque no lo quito. Bueno, si lo sé, el otro a pesar de ser dulce me falló una noche y me quedé dormida. Como odio su sonido siempre me levanto antes para no tener que escucharlo. Es curioso huir de un despertador.

Y es en ese momento. a las 6:32, cuando me pongo en marcha... Desde ese momento hasta en el que me meto en mi bañera no dejo de escuchar alarmas. Pitidos de coche. El torniquete de fichar. El teléfono. El ordenador. El teléfono. El microondas. Teléfono. Ordenador. Pitidos de coche.

Ahora que pienso, quizás la alarma del despertador es lo más agradable que oigo en todo el día.

Saludos desde mi bañera.


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